lunes, 13 de junio de 2016

DE LA SOCIEDAD DEL RIESGO A LA SOCIEDAD SUSTENTABLE

Para los millones de seres humanos marginados de los beneficios del modo industrial, la sociedad del riesgo aparece como falta de oportunidades para sobrevivir en un mundo sumamente peligroso.
Carentes de alimentos suficientes y sanos, agua potable, viviendas, medicamentos oportunos y disponibles, información, educación y cultura, y oportunidades de trabajo digno y bien remunerado, los “condenados de la tierra” deben enfrentarse a un mundo lleno de riesgos y amenazas que reducen drásticamente sus expectativas de vida y los reducen a un estado enajenante de
elemental supervivencia.
Por otro lado, a los beneficiarios de la civilización industrial, el modo de vida moderno los enfrenta a un mundo que no por dotarles de suficientes satisfactores materiales les garantiza una vida plena y segura. Obligados a la competencia individualista, a la cotidianidad marcada por los ritmos de la maquinaria industrial, a la satisfacción mediante el consumo compulsivo, a la “vida instantánea”,
los ciudadanos modernos también se enfrentan a un mundo inseguro: deterioro de la unidad familiar, ciudades peligrosas, alimentos inseguros, medicamentos riesgosos, patología individual y colectiva y, últimamente, terrorismo civil y de estado (Fukuyama, 1999).
Frente a la sociedad del riesgo los ciudadanos del mundo echan mano de tres recursos que aún permanecen inviolados por el avance de la industrialización: su alianza con la naturaleza, es decir el uso conservacionista del mundo vivo y el aprovechamiento respetuoso de los procesos orgánicos, que son locales, baratos y seguros; la recuperación del recuerdo, en donde la espiritualidad aparece como el elemento de salvación frente al mundo materialista, individualista y mercantilizado, y la disponibilidad de un conocimiento que despojado de sus atributos normales se vuelve
una suerte de “ciencia de y para los pueblos.”


Toledo_Ecologia,Espiritualidad y conocimiento

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